Las supuestas trabas que ha interpuesto México contra el jarabe de maíz de alta fructosa y de las que hoy se quejan los productores norteamericanos prácticamente se presentaron solas.
A pesar de que los azucareros mexicanos trataron a principios de este siglo de detener su “desmedida” penetración en México, fue después de 20 años que el mercado nacional hizo “justicia divina”, pues de una participación de casi 2 millones de toneladas en el ciclo 2011/2012, hoy tiene una marcada reducción de casi un 5% anual, ubicándose por debajo de 1.5 millones de toneladas, según los mismos reportes oficiales y oficiosos.
El primer reclamo que sí interpusieron los azucareros mexicanos, junto con el gobierno Federal, fue el inició de una investigación de dumping contra las importaciones de jarabe de maíz provenientes de los Estados Unidos en 1997. Sin embargo, a finales de 1998 nuestros socios comerciales solicitaron el establecimiento de un grupo especial ante OMC para dirimir el asunto. Finalmente terminaron dándole la razón a aquellos.
En el 2002, el Congreso Mexicano interpuso un impuesto especial a las bebidas y refrescos que usan en sus procesos de producción edulcorantes distintos al azúcar, pero un año después el entonces presidente Vicente Fox lo eliminó.
El tema de las trabas al jarabe de maíz surgió nuevamente en el 2014, cuando los E.U. iniciaron un proceso de investigación en contra de México por “dumping” y subsidios en las exportaciones azucareras hacia dicha nación. En ese año se retomó la idea de que nuestro país interpusiera también una demanda por “dumping”, debido a que mientras el precio de la fructosa en E.U. operaba entre 620 y 870 dólares por tonelada en peso seco, en México se colocaba entre 420 y 550 dólares. Finalmente, el gobierno mexicano no quiso “jalarle la cola al tigre”, y aquella nación ganó la demanda contra nuestro país, en donde surgieron los llamados “Acuerdos de Suspensión”.
Desde entonces a la fecha, no ha habido ningún intento de ir contra el endulzante de maíz, el cual extrañamente ha venido bajando su participación en el mercado mexicano, al grado que el mismo presidente de la Cámara Azucarera, Juan Cortina Gallardo, ha afirmado que ya no representa ningún riesgo para el sector.