Comercializadores de algunos ingenios y grandes distribuidores afirman que la “toma de bodegas” azucareras lejos de “ordenar” la comercialización del azúcar ha generado desorden comercial con efectos adversos para vendedores y compradores, pues no hay certidumbre de nada, ni de precio ni de volumen de azúcar a entregar. Peor aún, se ha provocado una enorme desarticulación de  la cadena comercial pues han aparecido seudo empresas que ofrecen el producto a diestra y siniestra muy por debajo del nivel operante en el mercado y por los mismos ingenios.

  Según aquellos, resulta inverosímil que a pesar de que los cañeros tienen tomadas las bodegas y hayan fijado un precio de venta, en el mercado siga circulando producto de la mayoría de los ingenios y con niveles de precios inferiores a los supuestamente marcados por aquellos. Más aún, ha salido dulce de dudosa procedencia que inunda diversas plazas sin que nadie haga nada.

 En su opinión, los cañeros deben dejar que la comercialización la hagan los industriales como tradicionalmente han operado y lo que si deberían de hacer es supervisar que todos los ingenios hagan sus exportaciones, para que de manera natural el azúcar y los precios fluyan.